martes, 26 de abril de 2011

La Sincronía: cuando todo sale mejor de lo que esperamos.



La Sincronía es la forma en la que nos conectamos con los demás seres humanos y con el universo mismo a partir de nuestros pensamientos. Cuando somo felices ahora, tenemos pensamientos felices que conectan con los pensamientos felices de otras personas en cualquier parte del mundo, en un intercambio de energía pura.

Todos tenemos experiencias sincrónicas, tanto buenas como "malas". A todos nos ha pasado alguna vez, que pensamos en un amigo(a) al que tenemos mucho tiempo sin ver y en ese momento recibimos una llamada suya o le encontramos en la calle. O hemos escuchado historias de madres que en el preciso momento en que le pasa algo malo a su hijo, experimentan una extraña sensación de angustia... así su hijo se encuentre a cientos de kilómetros de distancia. Todo esto no son más que conexiones de pensamientos e intercambios energéticos con el universo.

Cuando creemos en esto y generamos pensamientos de felicidad nos ocurren cosas increíblemente buenas. Por ejemplo:



Es febrero de 2011 y llamo por teléfono a mi hermana para que me permita invitar a mi sobrino de 5 años al cine. El pequeño está pendiente de la llamada y le escucho hablar con mi hermana sin poder entender lo que dice. Entonces mi hermana me comenta: "jaja Luisito dice que hoy soñó que tú venías por él e iban al cine." A pesar del tono escéptico de mi hermana, no pude más que creer en lo que el pequeño decía.

Entonces tomo mi auto y hago las 2 horas de viaje desde la capital de mi país del tercer mundo hasta mi provincia natal donde aún vive mi hermana y en la que no existe tal cosa como un cine. Tomo al pequeño y nos dirigimos a la capital de lo más felices.

Ya en la capital, mientras almorzamos, busco las carteleras de cine en mi teléfono celular, descubriendo que justo en 10 minutos comenzará la película que mi sobrinito quiere ver. ¡El tiempo justo para llegar! Terminamos de almorzar, pago la cuenta y en ese momento: "Tío Chato, ¡tengo que hacer del 2!" Resignadamente nos dirigimos al sanitario que está ocupado y cuyo ocupante no parece tener ninguna prisa. Mi sobrino llora porque cree que no aguantará más, mientras yo lo tranquilizo diciéndole que si no aguanta ¡no importa! pero que trate de hacerlo. Pasan 10 largos minutos y al fin el baño está disponible... El problema se resuelve y vamos corriendo al cine con unos 20 minutos de retraso.

Compro el ticket y le pregunto al cajero cuanto tiempo va de película: lleva ya 20 minutos. Empezamos a lamentar todo el incidente pero luego tranquilizo a mi sobrino diciéndole: "hombre, ¡así tenía que ser! solo hay que descubrir el porqué, ya verás."

Entramos a la sala de cine y vemos a muchos niños corriendo de un lado a otro entre los reclamos de sus papás al Gerente de turno... ¡hay una falla técnica y la película no ha comenzado! El gerente sale de ahí apenado. Tomamos asiento y esperamos un rato más.

Luego el gerente vuelve con algo en sus manos. "Señores, disculpen las molestias pero parece que la película no podrá exhibirse. Les ofrecemos ver otras películas en las demás salas con el ticket que compraron y por favor acepten nuestras disculpas y estos pases de cortesía válidos para cualquier película, sin fecha de vencimiento"

Todos aceptamos los pases y en ese momento ¡se ha resuelto la falla técnica! El Gerente vuelve a ver la pantalla extrañado donde comienzan a verse los títulos de la película y ante la solicitud del público de permanecer ahí viéndola dice: "Bueno... ¡Disfrútenla!"

En ese momento todo lo anterior nos pareció simplemente perfecto. Los tiempos encajaron a la perfección como los engranajes de un reloj suizo y además de disfrutar de la película entera, regresamos a casa de mi hermana con otros dos tickets gratis para usarlos cuando queramos. Nuestros pensamientos felices conectaron con los del ocupante del baño, el Gerente, el operador del proyector, el proyector, el resto del público en la sala... dándonos como resultado una experiencia sincrónica perfecta.

Cosas como ésta pueden pasarnos en el trabajo, en casa, en donde sea. Solo es cuestión de usar nuestros pensamientos como antenas y estos atraerán otros pensamientos y sucesos sorprendentes a nuestras vidas, a este pequeño segundo llamado presente. ¡Créelo!

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